Culpan a la industria cárnica global, que ya está implicada en los procesos del  calentamiento global y la deforestación, de alimentar la que seguramente va a ser la peor «zona de muerte» registrada en el Golfo de México.

Las toxinas procedentes del estiércol y de los fertilizantes que se vierten en las vías fluviales están acentuando la inmensa y dañina proliferación de algas que crean tramos en los que falta oxígeno en el golfo, en los Grandes Lagos y en la Bahía de Chesapeake. Así lo indica un nuevo informe realizado por Mighty, un grupo medioambiental presidido por el excongresista Henry Waxman.

Se espera que esta semana la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Noaa) anuncie la mayor zona muerta jamás registrada en el Golfo de México. Se espera que sea más grande que que el área de cerca de 13.000 km2 que se  pronosticó para julio, una extensión de agua cuyo tamaño casi equivaldría a dos veces el del País Vasco.

Los nutrientes que fluyen por arroyos, ríos y el océanos procedentes de la agricultura y de las aguas residuales estimulan el crecimiento excesivo de algas, que después se descomponen. Esto da lugar a hipoxia o falta de oxígeno en el agua, provocando que la vida marina huya o muera.

Algunas criaturas, como el camarón, sufren retraso en el crecimiento. Además, el desarrollo excesivo de algas puede ser un problema en sí mismo, como por ejemplo en Florida el año pasado, cuando varias playas fueron cerradas después de que quedasen completamente recubiertas de una fétida y viscosa capa verde.

El inmenso apetito cárnico de la población estadounidense es una de las principales causas de esta dañina contaminación, según Mighty, que culpa a un pequeño número de empresas por las prácticas que están «contaminando aguas y destrozando paisaje» en el corazón del país.

Hay que reducir el consumo de carne

«Este problema no hace más que empeorar y la regulación no está reduciendo el alcance de esta contaminación», asegura Lucia von Reusner, directora de campaña en Mighty. «Las prácticas que llevan a cabo estas empresas tienen que ser mucho más sostenibles. Y es absolutamente necesaria una reducción del consumo de carne para reducir así la carga medioambiental».

La investigación de Mighty analizó las cadenas de suministros de la industria agroalimentaria y las tendencias de contaminación, y halló que un «sistema de granjas intensivas altamente industrializado y centralizado» estaba convirtiendo enormes extensiones de prados naturales del medioeste en cultivos de soja y maíz para alimentar al ganado. De esta manera, los suelos se lavan con el agua de lluvia y los fertilizantes llegan hasta los ríos.

El informe dice que la compañía Tyson Foods asentada en Arkansas tiene una influencia «dominante» en los procesos de contaminación, debido a su importancia en los mercados de la carne de pollo, ternera y cerdo. Tyson, que suministra a empresas como McDonald’s y Walmart, sacrifica a 35 millones de pollos y a 125.000 cabezas de ganado cada semana, algo que requiere unos 20.000 kilómetros de plantaciones de maíz al año para poder alimentar a los animales, según el informe.

Este consumo dio como resultado que Tyson generase 55 millones de toneladas de estiércol el año pasado, según indica la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), lo que se traduce en 104 millones de toneladas de contaminantes vertidos a los ríos en la última década. La investigación de Mighty concluye que los mayores niveles de contaminación por nitratos guardan relación con instalaciones que trabajan para Tyson y Smithfield, otro proveedor de carne.

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El agua potable también está contaminada

Este tipo de polución también se ha relacionado con la contaminación de agua potable. La semana pasada, un informe de  Environmental Working Group halló que en 2015 sistemas de abastecimiento de aguas que prestan servicios a siete millones de estadounidenses en 48 estados contenían altos niveles de nitratos. El consumo de nitratos ha sido vinculado al incremento del riesgo de padecer ciertos tipos de cánceres.

«Se están utilizando zonas inmensas de EEUU para cultivar maíz y soja para producir carne –explica von Reusner– con muy poca regulación». El informe insta a Tyson y a otras firmas a que utilicen su influencia en la cadena de producción para asegurar que productores de cereales como Cargill y Archer Daniels Midland empleen prácticas que reduzcan la contaminación que va a parar a las vías fluviales. Estas prácticas incluyen no dejar el suelo descubierto por culpa de los cultivos y ser más eficiente con el uso de los fertilizantes.

EEUU es un enorme consumidor de carne. De media, cada americano masticó casi 96 kilos en 2015. En cualquier caso, un estudio publicado a principios de este año halló que el consumo de carne de vaca descendió en torno a una quinta parte desde 2005 hasta 2014, posiblemente debido a las preocupaciones de los consumidores por el medio ambiente. Ahora se espera que haya un nuevo aumento del consumo.

Según el departamento de estado de Agricultura de EEUU, se calcula que la producción de carne de cerdo y de vacuno crecerá significativamente en la próxima década, impulsada por la disminución del coste de los piensos y por la abundante demanda. En 2025 se prevé que la media de consumo de carne por cada americano sea de casi 100 kilos. Tan solo 3% de los estadounidenses es vegetariano o vegano.

Este apetito voraz por la carne ha provocado la pérdida de extensiones de bosques nativos y de praderas tanto en EEUU como en otros países, liberando gases que retienen el calor a través de la deforestación y las prácticas agrícolas. La agricultura liberó el 9% de las emisiones de gas invernadero en el año 2015, según la EPA.

Las empresas responden

Un portavoz de Cargill asegura que la compañía es una «industria líder» en cuanto a prácticas sostenibles, señalando sus esfuerzos junto a grupos medioambientales para abordar asuntos como la calidad del aire, el agua y los suelos en Illinois, Iowa y Nebraska.

«El consumo de proteínas está creciendo a nivel mundial y estamos trabajando para satisfacer las necesidades en aumento del consumidor con alimentos producidos de manera sostenible y responsable», dijo el portavoz. «Estamos decididos a proteger el bienestar animal, a reducir el impacto ambiental, a incrementar la transparencia y a mantener a los trabajadores y a los consumidores a salvo».

«También seguimos mejorando la eficiencia de la alimentación animal. En los últimos 15 años hemos visto una tendencia generalizada de reducción de volúmenes de pienso por cada kilo de carne producida», añadió.

«No estamos de acuerdo con la clasificación que se ha hecho de nuestra compañía, pero compartimos sus intereses de proteger el medio ambiente», ha dicho una portavoz de Tyson. «Es cierto que la industria de ganado y de aves es un gran comprador de cereales; sin embargo, el informe no contempla que un gran porcentaje del maíz que se cría en EEUU se utiliza para la producción de biocombustibles y que una parte importante se utiliza para el consumo humano», añade.

«Tyson Foods se centra en mejorar continuamente. Constantemente buscamos mejorar y liderar a la industria, por lo que podemos ofrecer comida sostenible para la gente cada día a una escala mundial».

Fuente : eldiario.es // Traducido por Cristina Armunia Berges

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